martes, 7 de agosto de 2012

Agua Corta Arena




AGUA CORTA ARENA

Cortando la plañidera rectitud de la arena de esta playa, siempre acompañando al muro, el río Pisuerga es observado por nuestros ojos a través de un arco de piedra que recuerda, una rueda girando en un tiempo antiguo movida por el agua. 

Hebra y brea, no arriendan su fuerza.

Desde el Canal de Castilla el agua abrazaría, como hoy abraza a su hermana del Pisuerga, deslumbrados sus ojos al pasar el túnel de La Perla harinera, para saltar juntos la pesquera, y armar marabunta y remolinos, revoluciones y espuma, gemidos y música de presa suelta; y ordenar las ondas, y ordenar las piedras, que siendo cantos rodados, llegan y llegaran a la orilla para que se duerman en la arena.

Molino castellano, que la hebra ni la brea arriendan su fuerza. Hace tiempo, poco tiempo atrás, una rueda de madera ofrecía vida a una piedra demoledora. El eje transversal gruñía y un oxidado piñón, hierro viejo y acerado, mordía más que engranaba sobre la dentadura vieja y descrestada de la piedra blanca, girando ésta, para moler el grano del mejor trigo de Castilla.

Río, arco, rueda, eje y piedra. Beso de corriente, abrazo de arco, giro de rueda, moliente piedra, candeal blanco...  ¿Qué de ti queda en esta Playa de Moreras?

Molino castellano que la brea ni la hebra arrienda su fuerza.

Sujetando el arco de piedra una plataforma horizontal y descontinúa, antes de sillería perfecta y cubilar, ahora desconchada vieja y gastada por el agua en su pasar, quiere repartir el agua usando sus acanalados intersticios, realizando el trabajo de una tajadura que medio abierta, obliga al agua del río a golpear contra sus dos muros cortados, abriéndose en dos brazos revoltosos que vuelven a su padre, y en el centro de este golpe, un hijo fino queda perdido: un susurro bravío del río que entra en el hueco para girar, para esponjarse, para visitar el arco de piedra y en este juego, deciden las toscas piedras que agua coger, haciendo a las aguas dormilonas o de molienda, para que saltarán en aquella cascada de agua elegida; para ser fuerza de aquello que ya nada queda, para ser milagro de movimiento, de golpe, de tronido, de candeal blanco que ni el horno y ni las manos, ni la boca de los vallisoletanos… ya esperan.
Pobre de ti agua del río Pisuerga, elegida para ser fuerza de molino, y hoy, sólo cortas arena; arena blanca, arena de playa, arena castellana, arena pucelana, ¡arena!… ¡simplemente arena!

Con todo mi cariño dedicado a mis vecinos de Valladolid.

               




















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